+ 1 (707) 877-4321
+ 33 977-198-888

solidades / en torno a la pintura de Mohamed Barrak

Al entrar en su estudio situado en la primera planta de un edificio del ensanche de Larache, Mohamed Barrak se disculpa por el desorden imperante. Barrak Mohamed
三月 5 2006

 

 

 

SOLEDADES

En torno a la pintura de Mohamed Barrak

 

 

 

 

El viajero es el artista que recorre las geografías del mundo.

El artista es el viajero que explora las geografías de la subjetividad.

Rafael Argullol (Cerco al Viajero)

 

 

Al entrar en su estudio situado en la primera planta de un edificio del ensanche de Larache, Mohamed Barrak se disculpa por el desorden imperante. Las pinturas, los dibujos, el material, ocupa casi todas las superficies posibles de este espacio introvertido, usado hacia dentro, como si lo que ocurre al otro lado de la ventana no tuviese otro interés que la generación de esa luz atlántica que lo envuelve todo.

 

Abre la ventana y aparece enmarcado un fragmento del edificio de enfrente, sin vida. Si el itinerario a través de la medina no nos hubiera saturado previamente todos los sentidos, pensaría que estamos en cualquier ciudad anónima, occidental.

 

Colgados de las paredes y apoyados en el suelo hay cuadros enmarcados, que uno vislumbra de distintas épocas aunque la temática sea sustancialmente la misma: las personas. Personas anónimas, solitarias, despojadas de toda referencia al contexto, centradas en un acto de autoafirmación a través de su identidad figurativa, esencialmente quieta.

En ese momento Mohamed Barrak aparece con un montón de pinturas, técnicas mixtas sobre cartulinas de colores, donde aparece sistemáticamente y de una forma obsesiva la figura humana, extraída de su entorno urbano inmediato, despojada de atributos externos, concentrados en su actividad. Una figuración definida por sus rasgos básicos, por su volumen, por sus líneas que de una manera recurrente redibujan la figura, como si la masa de color no fuese suficiente, porque la confianza en el trazo, en el dibujo, es una de las claves de su pintura.

 

 

 

 

Me llama la atención la importancia del material de soporte: la cartulina, con sus colores intensos, no es sólo el fondo, sino que se convierte en parte sustancial de la composición, incorporándose como la única masa de color plana que interviene en el cuadro.

Paso una lámina tras otra, pudiendo discernir familias de cuadros, no tanto por la temático como por esa luz de Larache que hace que los colores los vinculemos necesariamente al instante en el que fueron pintados: de los grises a los amarillos, de los azules a los anarajandos, de los verdes a los rojos o a los cobrizos, como si reflejaran el transcurrir de cada día, como si la actividad de esas personas pudiera vincularse a un momento del verano, del otoño, de la primavera o del invierno. Tal vez la mirada de Mohamed Barrak sea capaz de cristalizar el instante, de detener el movimiento, de fijar la luz oceánica y plasmarla con una sensibilidad manifestada con el color y con el trazo.

 

 

Porque el trazo es consustancial a la obra de Barrak. Cuando muestra después sus dibujos, se entiende perfectamente su capacidad para captar el instante con seguridad, con la sensibilidad de una línea trazada con lápiz, con tinta, con gouache, aguada o no, creando una atmósfera verdaderamente sorprendente.

 

 

Pero, ¿por qué Barrak pinta figuras solas, hombres y mujeres dormitando, quietos o caminando, tocando algún instrumento o extasiados en la contemplación de un horizonte inexistente?, ¿por qué desvincular estas figuras del contexto, colocándolas sobre un fondo neutro que nada tiene que ver con la figura?.

 

Uno podía pensar que Barrak pinta desde el recuerdo, desde la vivencia cotidiana cuando camina por la ciudad o la contempla desde su banco, pero lo hace en un estudio desde el que la visión es arquitectónica, fragmentada, sin vida, de forma que el recuerdo fija a las personas en su memoria y las regurgita a través de su pincel, a través de un proceso en el que lo importante es el hombre, la mujer, sin entorno. O también es posible que no sea el espacio lo que le interesa a Barrak, sino el tiempo, parar la imagen, convertir a esas figuras en intemporales, fijar el instante en su pintura.  

 

Pero también podría pensarse que Barrak no hace sino pintarse a sí mismo, como si fuese una realidad poliédrica, capaz de representar en cada una de sus caras una faceta de su identidad, solitaria y múltiple.

 

Incluso cuando pinta los grupos de personas, la sensación que percibo es que cada una de ellas está sola entre las demás, lo que lo corrobora el hecho de pertenecer a una estructura supraindividual donde lo que prevalece es la geometría, sinusoide y continua, a la que pertenecen.

 

 

 

De igual manera, cuando nos enseña sus dibujos sobre escenas urbanas, éstas las dibuja solitarias, sin vida, como si ciudad y gente fueran dos realidades disociadas, o como si el fragmento del paisaje urbano que Barrak contempla desde la ventana de su estudio fuera su visión del mundo, reflejando la importancia del lugar en el que uno (se) piensa, en el que uno (se) siente, desde el que uno elabora las cartografías de ese mundo subjetivo, paciente laberinto de líneas que, como diría Jorge Luis Borges, acaba trazando la imagen de su cara.

 

 

Francisco Gómez Díaz

Córdoba, abril de 2004.

 




艺术品 样式 : 言论自由。 - 表达主义 - 假设。
艺术品 主题 : 象征意义。 - 符号化
尺寸 :



You don't have flash installed.
EMAIL- EMAIL- EMAIL- EMAIL- EMAIL- * A